viernes, 18 de mayo de 2018

El Halo y los milagros de la abuela


La parte más divertida de ver argumentar a quienes sólo se dejan aconsejar por ingenieros top y gentes de contrastado bien pensar, es que a poca cuerda que se les dé acaban llamando imbéciles a los ingenieros top y la gente de contrastado bien pensar que avalaban sus argumentos hasta quien dice anteayer, claro.

Por increíble que parezca está sucediendo. Si el Halo originaba reservas te salían con el cuento de que si tú vas a saber más que quienes lo han diseñado o la FIA, que es algo así como cuando tu madre te pone a rebosar el segundo plato de cocido para que repitas bien y te quedes a gusto. ¿Quién discute eso? ¡Que levante la mano el valiente!

No sigo la F2 salvo en casos puntuales. En realidad, casi todo el automovilismo es puntual en mi vida excepción hecha de la Fórmula 1 y algunos eventos puntuales.

Uno no llega a todo, a ver... Así que me encuentro con que se me pregunta sobre qué importancia pienso que ha tenido el Halo en el accidente habido entre Fukuzumi y Markino, y lo primero que me ha pasado es que me he quedado un poco para allá. Luego, aprovechando que soy un tipo responsable y es viernes y tengo el cuerpo más zascandil que de costumbre, he mirado aquí y allá y he descubierto que la prensa british ya lo tenía to'claro desde hace días, y en consecuencia he imaginado que los mamporreros de aquí tampoco se iban a poner a pensar por sí mismos para matizar o llevar la contraria a los escritores de las Biblias de lo nuestro.

Así que he dado por bueno que el Halo ha salvado una vida. Que el Halo ha demostrado su eficacia. Y que el octavo día de la Creación Dio alumbró el Halo y vio que era bueno y tal...

Ahora bien, como insinuaba al principio, esto de que el Halo haya resultado tan milagroso y milagrero, deja en pelota picada a los diseñadores de la célula de seguridad que tanto tiempo lleva implementada en nuestro deporte y, además, cosechando impecables resultados salvo en el caso de Felipe Massa y Jules Bianchi, accidentes cuyas consecuencias, por cierto, según la propia FIA no impediría el Halo.

Lo cierto es que hemos visto de todo estos últimos años. Kubica saliendo ileso de un impacto propio de un misil. Trulli intendo afeitar a Schumacher. Grosjean apostando por hacer ídem de ídem con Alonso. Fernando casi guillotinando a Kimi... Un no parar. Y si todos estos lances no tuvieron peores consecuencias ha sido por lo que afirmaba Laurent Mekies cuando la Federación explicó de qué iba el coño Halo: la seguridad pasiva del habitáculo sigue siendo de diez, que diría Karlos Arguiñano.


Y bien, la GPDA (Grand Prix Drivers' Association) comunicaba en julio de 2016 a Jean Todt, presidente de la FIA, que resultaba urgente la aplicación de algún tipo de protección frontal para asegurar la cabeza del piloto, y la de la Plaçe de la Concorde obraba en consecuencia y obligaba a situar sobre el cockpit una especie de jaula, que repito, por boca de la FIA complementa las medidas de seguridad que rodean en la actualidad al piloto, pero que así y todo, no impediría desastres como el sufrido por Felipe Massa en Hungría 2009 o por Jules Bianchi en Japón 2015.

Frontal, recordadlo. Frontal es la palabra de este diálogo de besugos porque los plumillas ingleses han encontrado la piedra filosofal en un accidente como el de Fikuzumi y Markino, en el que todo sucede de atrás adelante. Es decir, donde la FIA nos dijo que el Halo no resolvía nada porque las medidas actuales de seguridad son más que suficientes.

El truco está en el espigón anti impacto trasero. Es él el que barre el coche del damnificado en la zona segura del volumen de alimentación de aire superior, y el que desvía (saca) hacia el exterior el monoplaza de Nirei Fukuzumi, alejándolo del casco de Markino porque toda esa zona está definida en términos de seguridad para que nada afecte al habitáculo.

El Halo estaba ahí y muestra tres o cuatro arañazos o rozaduras, pero no ha sido el elemento que ha salvado a Tadasuke. ¡No jodamos! Al japonés lo ha salvado una concepción de la seguridad pasiva que ya querrían para sí algunos pilotos de combate.

La han apañado desde hace temporadas esos ingenieros sobre los que algunos se orinan y defecan ahora que no sirven como argumento para su lo nuevo por lo nuevo, los mismos que se abonan a cualquier aventura con tal de demostrar en público los numerosos mimbres que les faltan.

Una pista: no se trata de si el Halo pone o quita, sino de si cumple o no con su función. Y el propósito de marras era evitar daños frontales, así que ahorraros las chorradas, majaderos. A los british se les ha ido la pinza, pero no pasa nada. En serio, no pasa nada, absolutamente nada, porque un artilugio propuesto para evitar daños frontales haga milagros en escenarios lateral/posteriores y alucinéis en colores. Hay que comer, lo comprendo. Llegar a fin de mes o ganar seguidores en redes sociales. Todo vale, y bien que lo asumimos y lo llevamos grabado en la frente.

Os leo.

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