lunes, 1 de enero de 2018

¿Qué pasa con Hamilton? [29-05-2017]


Por increíble que parezca ahora, nuestro vigente Campeón del Mundo no había logrado enchufarse a la temporada incluso a finales de mayo pasado. Alcanzó la concentración necesaria poco después. Las novedades en el W08 que se habían implementado en Montmeló a primeros de mes comenzaron a resultar provechosas en el Gran Premio de Canadá, pero entretanto, a la salida del de Mónaco cabía preguntarse ¿qué pasa con Hamilton?, y lo hacía desde mi espacio en MotorPoint.


La pobre actuación de Lewis Hamilton durante el Gran Premio de Mónaco ha puesto de relieve que está resultando un completo desastre la elección que hizo Mercedes AMG a finales del año pasado a la hora de configurar su pareja de pilotos para 2017.

Con el de Tewin desaparecido, Brackley sencillamente no existe y es una pieza muy fácil de cobrar para una escuadra como Ferrari, que contra todo pronóstico, estratégicamente está comenzando a funcionar como un cronómetro.

Lo vimos en los primeros giros del pasado Gran Premio de Bahrein, prueba en la que la anglo-británica terminó salvando los muebles debido a que su rival italiana no anduvo lo suficientemente fina desde el muro, y lo hemos podido comprobar de nuevo este fin de semana. Hamilton, por la razón que sea, no sabe echarse el equipo a la espalda si no tiene un compañero que le impida bajar la guardia, y en los momentos clave, su ausencia acaba siendo desastrosa para sus aspiraciones y las de su escudería.

Hoy se han perdido unos puntos imprescindibles para la lucha por ambos títulos en la capital del Principado. Maranello sale reforzada de Mónaco, por haber roto una racha sin victorias que duraba quince años, por haber sentenciado la prueba con un sonoro doblete, por haberse mostrado más sabia y lista sobre el asfalto, y porque Sebastian Vettel lidera cómodamente la tabla de pilotos mientras que la de Il Cavallino ha tomado la cabeza en la de constructores.

La normativa 2017 había sido diseñada para terminar con el aplastante dominio de la tricampeona del mundo, pero esto ya lo sabíamos. También conocemos de sobra lo que puede dar de sí que Pirelli recomiende un psi arriba o abajo, como por cierto, sucedió después de las dos primeras tandas de libres el jueves pasado. Pero para resolver este tipo de incomodidades y contratiempos está el equipo, del primero al último de sus integrantes.

El W08 fue remozado en España con la intención de ofrecer mayor comodidad de conducción a Lewis Hamilton —Valtteri Bottas se había adaptado mucho mejor a la vieja plataforma—, pero tras el espejismo de Montmeló, descubrimos en Montecarlo que la pieza que falla es el piloto número 1. 

No se puede abordar una prueba tan dura como la de hoy advirtiendo después de la clasificación de ayer que «si veo que no puedo estar entre los 10 primeros habrá que salvar el motor...»

Se mire como se mire, Hamilton había bajado los brazos y declinado pelear hace unas horas, y hoy se ha conformado con pasar el trámite.

Si algo tiene de bueno la ratonera de Mónaco es que nos muestra edición tras edición qué pilotos son capaces de concentrarse y cuáles no. Este mediodía charlaba por teléfono con mi amigo Miguel Fayos Giner y me recordaba que a diferencia de los trazados que diseña Hermann Tilke, en los que el piloto aprovecha las rectas de intersección para relajarse un poco y preparar la siguiente jugada, en el circuito monegasco no hay tregua ni para el conductor ni su máquina…

Hemos visto a Lewis mucho más espabilado en el mismo escenario como para ser compasivos con una actuación mediocre que comenzó ayer mismo, cuando el británico decidió que daba la carrera por perdida sin importarle que Bottas, el hombre que compraron Wolff y Lauda para hacerle la vida más fácil que con Rosberg, pudiera llegar a poner en evidencia que Hamilton no sabe liderar un proyecto que necesita, más que nunca, poner alma además de carne en el asador.

Brackley no puede permitirse hacer el ridículo como hoy. Juega a la contra, pero lo que los aficionados esperan de ella no son pasapalabras o excusas, sino que sus pilotos número 1 y número 2 se dejen las entrañas en cada centímetro de pista. Aunque al final tanto esfuerzo suponga que pierdan igualmente.

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