sábado, 13 de enero de 2018

Fernando Alonso y el 1% [13-05-2017]


Cuentan que el piloto actual contribuye a su equipo en un 1%; que desde que se aplicaron las suspensiones activas ya no hay lugar en la pista para los magos; pero hay algo que continúa llamando poderosamente la atención: a pesar de la liturgia sigue habiendo espacio para que sólo algunos individuos rompan la baraja y jueguen a un juego nuevo, y esto ha pasado siempre y espero que siga ocurriendo en el futuro. De esto mismo hablaba en MomentoGP el sábado del Gran Premio de España.


Vaya por delante que os echaba de menos y que quiero disculparme públicamente ante todos vosotros por lo dilatada de mi última ausencia. Lamentablemente la vida viene como viene y a veces resulta imposible esquivar sus coletazos, aunque la parte buena de este tipo de situaciones es que en lo tocante a la Fórmula 1, nuestro deporte, siempre hay mil y una maneras de volver al ruedo, a hurtadillas y con los zapatos en la mano, obviamente soñando con que nadie haya tomado nota de las pellas.

Bien, habréis notado que la imagen de entradilla congela a Ayton Senna bajo la lluvia en el circuito de Estoril y que el título alude al piloto que hoy ha dejado con un palmo de narices al paddock y la parrilla de Barcelona, cuando con un supuesto hierro ha sido capaz de clasificar séptimo, inmediatamente detrás de la plana mayor de Mercedes AMG, Ferrari y Red Bull. Pero descuidad, no pretendo encasquetaros la típica historia en la que se localizan determinados paralelismos entre un deportista y otro, y ¡zas!, se justifica que a uno y otro tengan el mismo apodo.

Las diferentes épocas de la Fórmula 1 hacen imposibles las comparaciones. Además, con el Nano no me funcionan este tipo de cosas. Él es del Real Madrid, merengue para más señas, y yo soy del Athletic de Bilbao. Es asturiano y yo vasco. Y para qué vamos a negarlo: Fernando es sennista y yo de Prost.

Bueno, tengo excusa para casi todo, incluso para haber nacido en La Noble Villa de Portugalete y no en Llanes, por ejemplo. Así que sí, lo de ser fan de Alain Prost se debe fundamentalmente a mi edad, pues por cosas de eso mismo tuve la fortuna de disfrutar en estado puro del pequeño y feo piloto francés.

A ver, que ya sé que la mayoría de vosotros conocéis al galo por lo otro, por sus desavenencias con el brasileño, pero dicen que la última conversación que tuvo el paulista antes subirse al coche en aquel desafortunado Gran Premio de San Marino 1994, fue precisamente con Prost. El galo se había retirado y aquella temporada no había comenzado bien para Ayrton, y cuentan los que conocían a ambos, que era recurrente que Alain y él hablaran por teléfono. Eso nos debería animar a pensar que la profunda enemistad que mantuvieron cuando convivían en McLaren no era otra cosa que una rivalidad sin límites que se arreglaba en cuanto uno necesitaba del otro.

Sumas a eso que Prost se las traía con abalorios, que parecía un demonio en sus primeros tiempos en Renault y que con el paso del tiempo se fue atemperando y haciendo denso como los buenos vinos, hasta convertirse en uno de los pilotos más inteligentes al volante que han existido y el primer tetracampeón del mundo que hemos conocido después de Fangio, y ahí tienes la razón por la que me hice de Alain mucho antes de que apareciera Ayrton en escena. Convivimos cuando el de Saint-Chamond estaba en plenísima forma, cuando La Régie prescindió de sus servicios por haberse atrevido a alegrar la vida de la esposa de Gérard Larrousse, el jefe del equipo, de su equipo. Cuando, en definitiva, Ron Dennis lo adquirió para McLaren por cuatro perras porque a Prost lo que le gustaba era correr…

Pero a lo que vamos. Fernando es de Senna y eso no lo cambia nadie, y lo importante de todo esto es que hay momentos en la historia de nuestro deporte en que aparecen tipos especiales. Les podremos poner el apodo que queramos pero jamás dejarán de ser auténticos portentos, y ahí sí, ahí podemos atrevernos a compararlos.

Hoy ha sido un día de esos. Una jornada para marcar en rojo porque por mucho que los expertos nos digan que un piloto contribuye al funcionamiento del equipo en un exiguo 1%, en Montmeló, esta tarde, se ha demostrado una vez más que existen individuos especiales que permiten que a la Fórmula 1 se la siga considerando la máxima expresión del automovilismo deportivo.

No sé si Alonso y Senna, o Prost, son similares o parecidos, pero de lo que no cabe duda es de que en sus respectivas épocas han marcado la altura que debían superar los demás.

Os leo.

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