martes, 8 de agosto de 2017

Recogiendo sensaciones


De las muchas sensaciones que me han asaltado al ver a Robert circulando como un piloto F1 más a bordo de un RS17 especialmente adaptado, me quedo con que todo esto ha tenido que servir de algo. 

De algo que se nos escapa, lógicamente, porque el de Cracovia definitivamente no parece que sustituya a Palmer, y debido a lo económico que ha resultado el despliegue mediático, la aparición del polaco sobre un coche de este año no ha llegado a evento de mercadotecnia, pues en realidad, apenas había nada que vender.

No obstante, pertinaz como la sequía de Franco, llevo días dándole a la cabeza por ver si encajo las piezas.

Tampoco existe ninguna razón por la cual deban encajar, a ver, lo que me pone en que perfectamente podría guardarme mis elucubraciones porque, seamos sinceros, Kubica no es reconocido por una buena parte del público aficionado.

Pero agosto es agosto y el tiempo pasa chutando. Josu se me va de Interrail y no vuelve hasta final de mes. El pasado día 2 mi padre habría cumplido 96 años. Mañana, Matilde, mi madre, alcanza los 90 y como una puñetera rosa. El domingo 6, María, mi sobrina mayor, la que inventó llamarme Koketxu —por cierto, la primera criatura recién nacida que he sostenido en brazos—, me hacía un poquito más viejo desde el lejano Vietnam.

Cuando el mundo recordaba la coño efeméride del Enola Gay bombardeando Hirosima, yo me reponía de una caída en el cuarto de baño durante la madrugada del 5 que me va a dejar una bonita cicatriz en la cabeza, y ayer cumplía dos meses en Reading, y hoy no sé exactamente por qué me da reparo hablar de Kubica...

En fin, el tiempo es importante, dejémoslo aquí...

A lo que vamos. Nadie en su sano juicio pilla a un tipo como Robert, le adapta un vehículo de este año, y le deja correr en Hungaroring durante 142 vueltas a cambio de nada. No seamos moñas. Ha tenido que ser por algo, como decía la principio, y ese algo sólo encuentra su razón de ser si miramos atrás, muy atrás.

Cuando Red Bull opositaba a campeona del mundo, en Renault se trabajaba a destajo para dar a la austriaca un motor competitivo, y sólo Kubica queda de aquel mítico 2010, y a él ha recurrido la de Enstone en una operación que sin este matiz no hay por dónde cogerla.

El cliente principal de Renault en la actualidad es Red Bull aunque bajo denominación TAG Heuer, y si la normativa 2017 nos ha devuelto en parte a etapas anteriores a 2009 en cuanto a aerodinámica, podría ser perfectamente que Milton Keynes haya expresado a su proveedor la necesidad de contar con algo que daba aquel bendito V8 que la hizo tetracampeona del mundo y ahora se echa en falta, un suponer.

Bajo esta perspectiva, hacía falta alguien que sancionara o reprobara desde la experiencia, si la unidad de potencia actual cumple, o no, las exigencias del cliente principal.

Kubica, así, habría cumplido satisfactoriamente con la misión encomendada. Incluso en estos términos resulta lógico el esfuerzo desplegado por la franco-británica con el polaco. Había que recabar sensaciones para proyectar el futuro y Robert resultaba el tipo adecuado. Fin de esta historia.

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Menuda familia Leona te gastas.



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