miércoles, 8 de marzo de 2017

A las mi Felipe y cuarto


La vida te regala momentos épico festivos que no hay que dejar pasar sin lamentarlo siempre.

Lo de ayer, por ejemplo, supuso una de esas cosas que no imaginas salvo en tus momentos de mayor euforia, pero ¡zas!, a las mi Felipe y cuarto coinciden sobre la pista de Montmeló un piloto por el que nadie daba un chavo y un render conservador de cojones, que van y marcan juntos el mejor tiempo de la jornada por delante de unos Ferrari, Red Bull y Mercedes a pleno rendimiento... ¡Ahí queda eso!, me dije.

Lo cierto es que nuestro sistema de creencias saltaba por los aires hecho añicos, y de no ser porque los muy ladinos siempre encuentran algo a lo que agarrarse con tal de seguir propagando augurios rigurosos, of course!, los obispos de la cosa deberían haber bajado inmediatamente de sus altas torres de marfil para solicitar clemencia al vulgo. Menos mal que los salva a ellos tanto como a nosotros, que en pretemporada hay que hacer poquito caso a lo que sucede sobre el asfalto o en los boxes, mucho menos en las salas de prensa...

Sea como fuere, lo de Massa y su inopinado 1'19"726 tiene miga, mucha miga. No sólo delata lo enfermitos que estamos cuando nos pasamos media vida quejándonos de lo previsible que resulta la Fórmula 1 pero, sin embargo, nos morimos de ansiedad porque no podemos hacer previsiones antes de que haya comenzado el campeonato, sino que materializa hasta qué punto dependemos de las tonterías que nos cuentan, desestimando ver por nosotros mismos y disfrutar con cualquier chuminada sencillamente porque tenemos perfecto derecho a hacerlo.

Comprendo que mola mazo mogollón andar pinchando los globos del contrario o haciendo sesudas disquisiciones sobre lo complicado que resulta todo.

Está bien eso de pertenecer a un grupo o camarilla cuyo líder es riguroso de la muerte hasta decir basta o un tío que lo ha vivido, pero considero que debería haber espacio para todos: para los que nos alegramos sabiendo que los datos o sensaciones de pretemporada sólo son datos y sensaciones de pretemporada, para los que se divierten sin más o los que prefieren no mojarse, y, desde luego, para los que no se mojan ni se espera que lo hagan, pero van de asesores del buen tino.

Confieso que hace unas horas me lo pasé pipa. A ver, los protagonistas eran mi Felipe y un FW40 que decían los doctos: era lo más ramplón que uno podía imaginar. Para un tocapelotas de libro como yo esto supone poco menos que ración doble de maná.

Con Massa ya sabéis lo que tengo. He hablado tantas veces de mi relación con él que considero que sobra que os recuerde que para mí es como un hijo adolescente al que hoy matarías y mañana cubrirías de besos... Con el Williams, empero, creo a pies juntillas que ha habido un fuerte componente de casualidad sobre el que me despacharé a gusto en otra entrada, que tiene mucho que ver con la necesidad que sienten algunos de llegar primero para que sus homilías no pierdan brillo.

En fin, a pesar de las prisas y las apariencias, lo de ayer debería animarnos a reflexionar sobre por qué preferimos apostar siempre a negro más que a blanco. Sé que no va a ser así, pero antes de terminar me gustaría dejar escrito que nadie fue capaz de precedirlo, ni siquiera los que niegan la posibilidad de que a las mi Felipe y cuarto, cuando todo es posible, puede caber un instante de auténtica magia en un deporte tan científico, complicado, serio y riguroso, que demasiadas veces tira para atrás.

Os leo.

1 comentario:

Aficionando dijo...

Ya dejé dicho por ahí que esta iba a ser la temporada de los viejos y que lamentaba sobremanera la ausencia de Button en una f1 que exigirá sabiduría. En unos meses veremos si los brillantes jovenzuelos o algún culogordo veterano soportan las exigencias de Mónaco y los circuitos tropicales y desérticos.
Volvemos a la exigencia física y a la dosificación del esfuerzo, a la inteligencia y a echarle huevos en las curvas míticas. Habrá que ver cómo se pasa Eau Rouge, la 130-R de Suzuka...
Massa puede dar el canto del cisne en esta su última temporada, en esta segunda oportunidad. Nunca me fue simpático, pero como me gustan las historias con un punto de épica, disfrutaría si puede luchar por el Mundial.
Ánimo Felipe.