miércoles, 23 de marzo de 2016

Jules que estás en los cielos


No sé por qué me preguntáis sobre el accidente de Alonso del domingo pasado, si sabéis de sobra que puedo amargaros la cena.

El recuerdo de Jules está lo suficientemente tibio en mi corazón, como para que me haya tenido que palpar la ropa y evitar llevar mis manos a la culata de mi viejo AK-47 de bolitas, con tal de tener la fiesta en paz a la hora de leer obscenidades como las proferidas estos días a cuenta de la suerte que tuvo Fernando en Albert Park. Porque fue suerte, no nos equivoquemos con eso.

Las medidas de seguridad protegen al piloto, nunca le salvan la vida.

El motorsport es peligroso y como diría don Manuel Alcántara, periodista de raza cuya columna leo cada día sin que tenga que ver con la Fórmula 1: la forma más segura de practicarlo es dejar que lo practiquen otros...

Hace nada se os ha muerto un chaval en la máxima disciplina, FIA, FOM, Mosley o la madre que parió a Peneque... Dejaros de sacar pecho a cuenta de que las medidas de seguridad han salvado la vida del asturiano. 

Vosotros lo certificásteis, lo escribísteis de puño y letra con la aquiescencia de un grupo de sabios que pasaban por allí: Jules acabó perdiendo la vida por una concatenación de circunstancias cuyo resultado fue fatal. No se pudo hacer nada. Acaso Marussia y el propio piloto tuvieron algo más de responsabilidad, pero no hubo culpables... Lo dijísteis, lo firmásteis y lo selláteis, y a otra cosa, mariposa.

En mi pueblo a eso se llama suerte. Te salvas por el canto de un duro o eres historia de la misma manera que por la mañana, al levantarte, no recuerdas según qué sueños. Todo se reduce a que tenemos el 50% de posibilidades de morir o seguir viviendo porque el instante definitorio es así de crudo y brutal.

El Nano tuvo suerte hace tres días. Las mismas medidas que lo protegieron podían haber fallado y hoy estaríamos llorando, o acaso, estarían brindando los mismos que han inundado las redes sociales de memes irresponsables y estúpidos, que los que se echan flores en estos momentos, andarían hurtando los focos y los micrófonos, como hicieron cuando Jules se encontró con una grúa que no debía estar allí.

Volvía con mi madre de Bilbao por la variente de de la A8 entre Barakaldo y Santurce, en mi viejo compañero de aventuras: mi fiel Ford Fiesta 1.4 Sport. Chispeaba y el suelo estaba mojado. Esa zona no estaba limitada a 80 km/h. como ahora. Y cuando sorteábamos el carril de entrada a Portugalete, un coche de la fila patinó y nos golpeó con su morro en el lado derecho, mandándonos sin control al centro de un río vertiginoso anegado de vehículos, muchos de ellos de gran tonelaje con dirección al puerto. 

Una camioneta nos rozó con su parte trasera en el lado izquierdo, amortiguando nuestra salida a escena... En cuanto percibí que los retrovisores se fundían a negro, aceleré con dirección a la mediana, atravesando dos carriles...

Tuvimos suerte. Suerte con la camioneta. Suerte con el caudal de coches. Suerte con mi decisión. Suerte de que la dirección respondiera, de que las ruedas del Forfi no patinaran... Todo se redujo a una concatenación de circunstancias que nos permitieron a mi madre y a mí, seguir viviendo para contarla...

Pero con la suerte no se juega, y menos ahí, cuando vas a trescientos diez por hora...

Jules que estás en los cielos, sigue protegiendo a nuestros chicos más allá de lo que hacen las medidas de seguridad, y protégenos a nosotros de tanto mierda como habita en los mundos del Señor, se llamen Mosley, participen en el Sálvame, o se tilden de periodistas mientras hacen cuentas, manejan estadísticas o trazan paralesimos chorras, con tal de ganar un poquito de audiencia.

Os leo.

2 comentarios:

Josemi dijo...

Hace años lei un libro muy interesante sobre accidentes en los vuelos espaciales.

Entre otras cosas contaba que antes de la gran explosion del transbordador Challenger, se habia rozado la tragedia en numerosos vuelos anteriores. Los examenes de los cohetes auxiliares despues de los vuelos mostraban que los cierres de caucho habian tenido fugas de gas caliente, algunas bastante graves.
Sin embargo, cada vez que se la providencia habia evitado por los pelos el desastre, en vez de ser un aviso para la NASA, para los directivos de la NASA era una demostracion de que el sistema era seguro. Cada vez que se evitaba la muerte por los pelos, los directivos de la NASA hinchaban el pecho y lo presentaban como una prueba mas de que no podia haber un fallo, ya que habia pasado en veces anteriores y no habia pasado nada.

Años después, las lecciones fueron olvidadas y pasó lo mismo con el Columbia. Como habia habido numerosos impactos con hielo y aislante, cada impacto con suerte era la prueba de que el transbordador era a prueba de impactos de aislante.

Alonso salio caminando de este accidente. Pero los responsables de la FIA, la FOCA o la NASA creen que eso es una prueba de que el sistema es seguro y no es necesario mejorar la seguridad, una nueva victima es inevitable.

Anónimo dijo...

Eso es terriblemente cierto, ojalá se implemente el sistema de cúpula cerrada para el año que viene.