sábado, 4 de julio de 2015

Algo va mal


«No piense bien —ni piense mal (segundas voces)—. No piense usted —y acertará (las segundas voces de antes)—. No sea usted original, don Fulano de Tal...»

Abro entrada con la letra de la canción No sea usted original del grupo «La madres del cordero» liderado por el tristemente desaparecido Moncho Alpuente, porque me la dedicó un amigo entrañable y porque hoy viene al pelo, a raíz de que el Nano ha tenido la feliz ocurrencia de advertir después de la calificación para el Gran Premio de Gran Bretaña, que si alguien no se siente capaz de aguantar la que se nos viene encima de aquí a Suzuka, mejor apague el televisor hasta el año que viene.

Es listo el asturiano. No ha enarbolado los consabidos no vengáis a verme o ¡huid de aquí, insensatos! Consciente de que la marea azul nada tiene que ver con la demolición programada de la Fórmula 1 en las gradas de medio mundo, ha ido donde va siempre: al núcleo de la cuestión, señalando a los televisores y por extensión las pantallas de ordenador, como los gigantescos abrevaderos donde los aficionados lo mismo nos alimentamos de esperanza que de desilusión.

Hoy tocaba lo segundo —a ver, nuestra antigua Telefónica acaba de subir cinco euros el paquete Movistar Fusion y Antena 3 se enfrenta a una deflación publicitaria en los próximos meses. Como para no sentirse desilusionado, ¡coño!—, y el desastroso e inesperado terremoto ha asolado los cuatro puntos cardinales del globo, recargando las baterías de las moscas cojoneras que no repararán en esfuerzos porque veamos negro lo que de momento es tan sólo gris, porque para qué hablar de Sebastian, de Kimi o de lo bocazas que nos ha resultado Maurizio, teniendo a mano a Fernando.

Pero a lo que vamos, que no es otra cosa que la cosa ya venía mal en McLaren y mal va, con todos los sacramentos. Que entre pitos y flautas, el estreno de Sho en Austria se lo llevó puesto Iceman en su intento desesperado por renovar contrato, y a partir de ahí, a improvisar como los mediterráneos pero sin admitirlo, que el United Kigndom tiene 800 años de historia democrática a cuestas, una Queen exportable y no sé cuántos paraísos fiscales, y no es cuestión de que por una menudencia se vaya tanta tradición al carajo.

En esta película tenemos malos y pérfidos patosos. La prensa y sus adláteres y mamporreros, se han encargado de que se nos meta en la mollera que Woking nos ha resultado fallona precisamente esta temporada, como si jamás hubieran existido los 17 años trancurridos desde aquel lejano 1998 en que Mika Hakkinen y David Coulthar dieron el último título de constructores a la británica. Y de Honda ¿qué decir? Basta echar un vistazo a lo que se comentó en 2013 cuando Martin Whitmarsh anunció el feliz matrimonio con la japonesa y compararlo con lo que se dice ahora, para que a uno, a mí, por ejemplo, la vergüenza ajena le encienda de rojo las orejas.

Yo también pequé de euforia —qué os voy a contar que no sepáis—. Pero en este cuadro nadie os dirá lo que os voy a decir esta noche: no existe plan B.

Contratar los servicios de Renault supondría un suicido cuya liturgia no quiere ni la mismísima Red Bull. Pillar una unidad de potencia Ferrari sería un completo descojono, o es que todavía no habéis entendido por qué la mayoría de escuderías elegirían Mercedes-Benz antes que tirarse al río...

¿Volver con la de Stuttgart después de haberla dejado? ¿Esperar pacientemente a que nos sirvan el software que facilite nuestra resurrección, o a que Bernie tome cartas en el asunto...?

No jodamos. Nos vendieron la moto de que Sebastian afrontaba un reto descomunal apostando por hacer de Michael Schumacher en Maranello, y se nos está pasando que la hazaña buena tiene domicilio postal en Gran Bretaña, y que hay dos tipos, Button y Alonso, que han decidido servir de carroña a los buitres durante 2015, con tal de intentar ver la luz en 2016.

El ajedrecista Frank James Marshall (The great Mariscal), nos regaló una frase para la historia: «Un mal plan es mejor que no tener ningún plan.»

Algo va mal en McLaren, es indiscutible, nadie con dos dedos de frente puede negarlo: se les ve felices y esa parte de la oración no somos capaces de digerirla.

«No lleve en la cabeza un orinal, ni un cardo borriquero en el ojal. Vista de gris, la moda del país. Y no se meta el dedo en la nariz... No cambie de opinión, no la tenga mejor. Alivie su tensión con la televisión.»

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Y qué haces cuando todo falla y no hay plan B? ¿De donde sacar fuerzas?

Saludos
Sr.Polyphenol