martes, 2 de diciembre de 2014

Toro Rosso #findefiesta


Faenza cierra la zona colista haciendo de tapa. Con 3 puntos menos que el año pasado (30), ha terminado esta temporada un puesto más adelantada, concretamente séptima, lo que supondría en cierto modo un éxito si no fuera porque la sexta clasificada, Sahara Force India, está literalmente a un abismo de distancia, a 125 puntos para ser exactos.

Sí, esta sesión se ha destacado porque ha habido dos ligas y Toro Rosso, malherida por una unidad de potencia Renault que no ha estado a la altura de las circunstancias, ha supuesto el punto y aparte entre los parias y los otros, los equipos propulsados por Mercedes-Benz que copan nada menos que cuatro de las seis posiciones de cabeza.

Pero la de Franz Tost no se ha destacado en 2014 solo por liderar el grupo de perroflautas de la parrilla sino también, por haberse demostrado esta vez como una escudería que empieza a ser onerosa para el entramado de Dietrich Mateschitz, razón por la cual, el abandono de Mark Webber y su sustitución por Daniel Ricciardo en Red Bul, en primer lugar, y en segundo, la llegada de Max Verstappen y la elevación a los altares de Daniil Kvyat para ocupar en 2015 el puesto de Sebastian Vettel en la escuadra oficial, han puesto de relieve que más allá de los románticos intereses deportivos que han adornado su andadura en Fórmula 1 como heredera de Minardi, a la italiana la mueve también el dinero porque como les ocurre a otras, a ella también le hacen falta toneladas de dólares.

La actualidad del deporte se ha puesto por un pico. El paso de los V8 by Ferrari a la UP Renault, independientemente de los desastrosos resultados que ha traído consigo, tiene bajo mi humilde punto de vista, mucho que ver con el escenario protagonizado este año por Toro Rosso.

La apuesta era ya de por sí cara y seguramente, con algo más de estabilidad económica y prestaciones mecánicas, este 2014 que ya hemos dejado atrás se podría haber cerrado menos en falso. La dupla de pilotos oficiales parecía a priori lo suficientemente solvente como para haber resuelto la papeleta de un equipo acostumbrado a batallar en la zona media, pero la fragilidad del propulsor y los problemas derivados de la aplicación de la nueva normativa, trastocaban el guión previsto.

Daniil Kvyat, llamado a vapulear a Jean-Éric Vergne, sucumbía ante el francés con pasmosa facilidad. Con la cosa más o menos clara, aparecía Max Verstappen y el momento ilusionante que trae a sus espaldas (sic) y había que dejar un asiento libre, y en buena lógica, se apostaba por los rublos del ruso en detrimento del de Pontoise. Pero con el traslado del de Heppenheim a Ferrari, el asunto terminaba por dejar un rastro nauseabundo que no ha pasado desapercibido para la afición.

Los rublos se elevaban de categoría como por arte de magia y Vergne, sentenciado a muerte deportiva desde antes de que comenzara la sesión, terminaba siendo utilizado como cebo en la operación Carlos Sáinz y demás pretendientes, de forma que el gabacho, a pesar de casi triplicar en puntuación al de Rufá, deja su asiento vacante para que lo ocupe el madrileño haciendo de compañero del hijo de Jos.

Obviamente, la inestabilidad deportiva y económica ha pasado factura en Faenza, de forma que Daniil, consciente de la importancia estratégica de su cartera, siempre bajo mi humilde punto de vista, se ha tomado la temporada con bastante más parsimonia que su colega de colores y este, atrapado en la necesidad de luchar por su habitáculo, ha hecho de tripas corazón total para nada...

El cuadro es triste de narices, para qué vamos a poner paños tibios. Toro Rosso ha concluido séptima pero tan solo porque Lotus y Sauber han firmado sendos desastres. De no haber sido así, la de Tost ocuparía la plaza nona y esa distancia en apariencia insalvable con Force India, seguramente dolería menos que ahora pero nos permitiría entender además, por qué Faenza se comporta tan cicatera y huraña como Leafield o Dinnington con sus pilotos.

Os leo.

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