martes, 8 de abril de 2014

¡Aihó, aihó. Silbando al trabajar!


Dicen de Ron Dennis que es un tipo tan suyo que podría pasarse una tarde iluminada como la que luce hoy en Gorliz, rodeado de nubes negras mientras barre y barre todo lo barrible, sencillamente porque hay que hacerlo aunque en el fondo de tanta compulsión subyace, me temo, esa idea enfermiza que hace temer el tiempo libre como si fuese el mismísimo diablo.

Sin duda, la existencia de Ron daría para hacer un tratado de psicología y ahondar en ese tipo de perversiones domésticas por las cuales, el progenitor alfa anula literalmente a su vástago mientras afirma una y otra vez que es su preferido…

Hace mucho que dejé mis lecturas de psicología, concretamente desde que tuve que habérmelas a comienzos de la década pasada con un perverso de libro, de esos que te meten auténtico miedo en el cuerpo porque hacen que se tambaleen todos tus cimientos mientras la duda más fría anida en tu cerebro y tu alma. Uno se cura de un lance de este tipo, al menos eso dicen, pero queda un rescoldo que paqué la cosa, lo prometo.

En fin, que me distraigo. Hablo de psicología y de Dennis porque es mirarle a la cara y que demasiadas cosas feas me salgan al encuentro. Por lo demás, entiendo que este tipo de personalidades tengan cabida en el mundo, liderando fenómenos como McLaren si tienen suerte, o si la Fortuna les mira bizco, macerando su rabia mientras no dejan títere con cabeza a su lado. Y es que cuando uno puede permitirse el lujo de pasearse por el motorhome para afear una y otra vez la disposición de los cubiertos que creyeron menester los tipos a los que pagas, todavía, pero cuando existe horizontalidad, vamos, que eres un camarero más, el asunto de ser tan celoso te convierte inmediatamente en un maniático insoportable.

Dennis pertenece al primer tipo de singularidades que he descrito. Se sabe que persigue a los camareros para rectificar la posición de platos, tenedores, cucharas y cuchillos sobre las mesas, a la vez que reordena manualmente los centros de flores para que todo esté perfecto; que obliga a su gente —esto es literal: quien trabaja para McLaren pertenece a Ron—, a mostrar un aspecto intachable desde los zapatos al corte de pelo; que se irrita si en el garaje algo no está como debería estar; sintetizando, que escenifica una y otra vez que él es la perfección misma, con lo cual, el mundo que le rodea tiene la obligación de mirarse en él o en su caso, atenerse a las consecuencias.

Fernando salió por patas de tanta perfección a finales de 2007 y Heikki tuvo los cojones tres años después, cuando ya estaba en Caterham, de insinuar que había sufrido mobbing y que el ambiente en Woking era poco menos que irrespirable. El Checo también se quejó de algo parecido cuando recibió la patada a finales del año pasado, y el caso es que entre Kovalainen y Pérez existe una peculiaridad: Dennis lo dejaba la última temporada de militancia del finlandés en McLaren y el mexicano, vestía los colores de la casa durante el preludio del retorno del boss.

La etapa de gobierno [auténtico] de Martin Whitmarsh se podría considerar una errata de apenas tres años (2010, 2011 y 2012) y como tal, nos explicaría por qué ha desaparecido del mapa para que su lugar lo ocupe Boullier. Sin saber si Lewis tomó la puerta hacia Mercedes intuyendo la que se avecinaba en 2014, el cuerpo me tira a pensar que sí, que sabía lo que venía y prefirió poner tierra de por medio. En todo caso, que es a lo que iba, el maniático insoportable ha vuelto, pero McLaren, a pesar de su celo porque todo esté en orden, permanece.

Y es que mientras la prensa anglosajona sigue lanzando dardos enevenenados y asediando con exquisitez británica a su enemigo eterno, Ferrari, la de Woking vuelve a firmar un comienzo de sesión para tirar a la basura por aquello de perseverar una vez más en eso que digieren tan bien nuestros especialistas patrios y aún los foráneos, que consiste en que aunque desde 1999 McLaren no haya conseguido un miserable título de marcas (en 2007 lo perdió por hacer trampas mediterráneas), lo va a volver a intentar una vez más y si no es este, será el que viene, que llega Honda. Pero sin que tenga que haber malos rollos ni cosas feas como llevarse las manos a la cabeza o preguntar dónde coño está el medio segundo que iban a sacarse de la manga en Sepang, porque eso, seamos sinceros, mejor dejamos que lo contesten en Maranello, of course!

¡Aihó, aihó. Silbando al trabajar!


1 comentario:

Anónimo dijo...

No tengo duda de que nuestro querido Ron sabe que este año es de transición para la escudería y por esa razón anda por ahí poniendo orden. Mercedes no ayudará en absoluto a McLaren con el desarrollo de su motor por miedo a que se le fusilen los "japos". Creo que aún no se habían producido, salvo con Hamilton en Australia en la primera vuelta, problemas con el conjunto propulsor de Mercedes en ningún equipo hasta que antes de ayer la pifiaran los dos McLaren.
Y me apuesto unas cañas a que el año que viene ya no estará Boulier sentado dirigiendo el cotarro. Hay un personaje que debe de estar pescando en no se que rio y que tras acertar con un diseño demoledor para Mercedes y haberlo hecho antes con lo que quedaba de Honda y ni te cuento con Ferrari o Beneton dirigirá los destinos de McLaren en 2015.
Al ex de Lotus le vendrá bastante bien estar este año trabajando y recibiendo su merecida remuneración porque andará el hombre en números rojos después del curso anterior.
Saludos.
Álvaro.