jueves, 20 de marzo de 2014

Unknown armies


Seb no está pasando por muy buenos momentos que digamos, pero intentar socavar aún más su complicada situación personal apuntando a su niña (no digo paternidad porque suena demasiado cursi), me resulta en extremo feo.

A ver, si lo de la historia esta de que un piloto decide ser padre y empieza inmediatamente a perder décimas de segundo sobre la pista, fuera tan cierta ahora como lo era hace décadas, cuando el responsable de la nueva criatura se jugaba el pellejo y los huevos sobre el asfalto, pero literalmente, no como en la actualidad, el comportamiento manta de mi Felipe estos últimos años tendría su razón de ser, por ejemplo, no tanto en el accidente que sufrió en Hungría sino en ese pequeñuelo que se llama Felipinho y lleva su mismo apellido.

¿Alguien se ha acordado del crío de Felipe estas últimas temporadas? Me temo que no, por lo que pediría algo más de respeto a la figura de Sebastian y menos mencionar a su niña, porque cuando Il Commendatore se llevaba las manos a la cabeza porque sus pilotos decidían ser padres o siéndolo se lo ocultaban, eran los tiempos en que Jackie Stewart se despedía de su familia cuando iba a correr en un lugar difícil, extraño y abominable, que respondía al nombre de Green Hell porque al escocés se le ocurrió precisamente bautizarlo así.

Eran tiempos complicados. Te montabas en el monoplaza y no podías asegurar que salieras de él por tu propio pie, de manera que tener familia, en algunos casos, obviamente no en todos, suponía que te lo pensaras dos veces antes de apretar a fondo en una curva o superar a un rival. Pero gracias a que la cosa ha cambiado lo suficiente en términos de seguridad, a día de hoy se puede decir sin temor a errar que para un conductor de elite, tener descendencia no supone otra cosa que aumentar las posibiliades de que la realización de un Gran Premio tenga oportunidad de salpimentar la retransmisión con algunas escenas en cierto modo entrañables, por domésticas.

Soy consciente de que algún gilipuertas estará pensando al leer estas líneas en que estoy siendo condescendiente con Seb porque está mordiendo el polvo, no por otra cosa, pero nada más lejos de mi intención, porque el de Heppenheim tiene actualmente problemas más importantes que pensar en su pequeña.

El RB10 no es como sus coches anteriores. Ha salido malote y complicado de comprender, y entenderlo le está llevando lo suyo.

En este sentido, la comparación con Daniel no me parece pertinente. El australiano está acostumbrado a sacar astillas de vehículos malotes y complicados y por tanto, la nueva criatura de Newey le viene a suponer como una continuación lógica de los trastos que conducía para Toro Rosso. Pero Seb no tiene costumbre y aquí puede estar la razón de sus quebraderos de cabeza y su cara sombría en Australia.

Red Bull en pretemporada, ha hecho pocos kilómetros, demasiado pocos, y en el tanteo Ricciardo ha completado más que Vettel, de manera que el alemán necesita más tiempo que su compañero para comenzar a hacer de las suyas, que las hará.

No, la niña que han tenido Hanna y Seb no tiene nada que ver con esos unknown armies que planean sobre el comienzo de temporada del vigente campeón del mundo. Por supuesto, no supone un lastre ni lo supondrá para las enormes virtudes como piloto que engalanan a su padre, porque la cosita forma parte de esa historia que llamamos modernidad, algo que de vivir Enzo Ferrari, a buen seguro entendería.

Seb ha sido padre con apenas 26 años, y qué, sigue siendo al tetracampeón del mundo, el hombre a batir.

No hay comentarios: