jueves, 28 de noviembre de 2013

Faltaba la novia


El mundo es para pensárselo. Si Olli Rehn aparece en pantalla para solicitar que nos ahoguen un poco más y al cabo sale del bosque del lobo Rajoy para gritar aquello de ¡no pasarán!, es que alguien está haciendo de poli malo para que el bueno continúe con el tercer grado. Si el señor Obama afirma que se ha llegado a un buen acuerdo con el protervo Irán, conviene que comencemos a mirar el cielo, no sea que los drones nos pillen en calzoncillos, o bragas, si es el caso. Si la ministra Bañez parece desparecida en combate y dan la cara en televisión los de las cifras macroeconómicas, sin duda es momento para ir buscando el tubo de vaselina. Si la televisión nacional era la única herencia buena que dejó nuestro añorado Schumacher patrio y el gobierno de los preparados y engominados la ha convertido en su corralito… ¡Ay, Dios!

Bernie sabe de estas cosas de insinuar que da con la mano derecha mientras la siniestra nos roba la cartera. Interlagos es su caramelo para que se nos olvide el aceite de ricino que nos han servido como condimento imprescindible en el calendario. Si Ferrari saca pecho en Brasil, incluso Montezemolo se atreve a dar una entrevista para aclararnos qué ha pasado cuando no se le veía el pelo; si Webber firma una buena carrera, a todos se nos olvida que ha ejercido de don Pupas en la temporada. El mundo es para pensárselo, no una, sino dos veces. Sao Paulo es un sortilegio que todo lo cura, las heridas superficiales y las brechas más profundas. ¡Sana, sana, culito de rana…! 

El domingo pasado faltaba la novia. Irrespetuosa, indómita, la chica de la película había decidido pasar olímpicamente del sarao de la boda. A ella qué coño le importaba si los aficionados ya tenemos Rush para babear con una épica que ni oleremos en lo que nos resta de vida.

La actualidad blinda el pasado y lo aprisiona entre las 2 de la tarde y las 4 de un día que podría haber sido otro, uno anterior u otro posterior, qué más da, para servírnoslo frío, macerado y desdibujado para que discutamos sobre 2013 como si en vez de 19 pruebas sólo hubiese existido una: Brasil.

Brasil, el epicentro, el norte y la luna; el caramelo, aunque la novia no llega.

El sábado, Charlie (Whiting), previendo un desastre como el ocurrido en 2012, nos mantuvo en vela postergando el inicio de la Q3 para que el señor Vettel tuviera menos probabilidades de partir al día siguiente errabundo, desganado, quién sabe si en la tercera o cuarta plaza. Pero Seb va espabilando y cada año que pasa mejora, total, que con una pista casi peor que cuando se había dejado en impass, es un decir, el alemán se calzaba de nuevo la pole permitiendo respirar tranquilos desde a Bernie al último mono de la parrilla.

Pero la novia, como en las novelas de Hércules Poirot, no estaba por la labor de hacer acto de presencia porque es la única que se sabe el secreto. Si le ponen catorce colchones con un guisante entre el duodécimo y el decimotercero, ella lo detecta. Si su príncipe azul se disfraza de lobo, ella perfiere al cánido maloliente antes que al humano. Si la besan para despertarla de su sueño eterno, ella rezonga, se pone tierna luego, y después de propinar un buen directo a la mandíbula a quien ha osado perturbar su descanso, se duerme de nuevo y ronronea placentera.

Kimi es la metáfora. Kimi es Rush, eso que decimos amar de la Fórmula 1 porque nos queda lejos, muy lejos, demasiado lejos. Iceman es la novia perfecta porque en el fondo es la esencia, la chica que escupiría en la cara a Sebastian porque el anillo de bodas ni es de 24 kilates ni huele a whisky. Raikkonen faltaba en Interlagos y Brasil no le ha metido en la foto de la temporada, pero está ahí, suponiendo el contrapunto ideal, llegando tarde, donde ha estado siempre.

El mundo es para pensárselo. No una, ni dos, sino tres veces…


No hay comentarios: