lunes, 17 de junio de 2013

El hombre que inventó la Fórmula 1


Os echaba de menos, vaya por delante, y a pesar de que llevo un montón de horas levantado he preferido escribir un rato antes de acostarme, y no es que no me tire el cuerpo a la piltra sino que hay días, como hoy, que siento que hay que celebrarlos aunque sea a deshoras, sencillamente porque me da la gana.

Voy abriendo cordada. Me duelen los dedos y las muñecas pero en plan sano. Podríamos decir que estoy rendido pero en plan sano, que sueño terminar pronto con un montón de cosas, pero en plan sano. Total, que me he servido un vaso de whisky y he llenado reposadamente la primera pipa que voy a fumarme hoy sin prisas, que me estoy fumando de hecho, todo en plan sano, muy, muy sano, y aquí estoy, tecleando a las tantas, como hacía cuando el vapuleo diario se me olvidaba escribiendo sobre una de esas pequeñas pasiones con las que aún disfruto aunque a veces lo haga a regañadientes.

En fin, que me ha entrado este arrebato de titular esta entrada de igual manera que el libro que escribió Tom Bower sobre Bernie Ecclestone, cuando he sabido que Alan Permane (Lotus) ha tenido la ocurrencia de decir: «Ablandaron [Pirelli] sus gomas para promover los pitstops. No sirve de nada que sean más blandos si van a coger neumáticos más duros para todas las carreras», y he recordado a renglón seguido que de nada sirve señalar algo si no lo señala además un respetable conocido.

Aunque parezca increíble, incluso antes de materializar uno de mis más recientes arremetidas contra el proveedor único de neumáticos [United colors of Pirelli], el año pasado después de Hungría ya le vi las orejas a este mismo lobo [La cabra tira al monte], y aunque sigo reiterando que hay poco mérito en sumar 2 y 2 porque el resultado suele ser normalmente 4, los que sí lo tienen son los que han estado negando la mayor desde el verano de 2012, creyendo dócilmente a esa venus atrapamoscas que atiende al apellido de Hembery y que ahora anda quejándose la pobrecita, de que es a su empresa a la que le caen todos los boinazos.

Nos dijeron que el proveedor único iba a salvar el espectáculo y a fe mía que lo está consiguiendo, si no tanto sobre los circuitos, sí en los despachos y en el paddock, incluso en el interior de las revistas que no se atrevieron a denunciar lo que estaba sucediendo hasta que hace unos poquitos meses, Gerard Berger abrió la veda y señaló con el dedo a la milanesa [In nomine Berger].

Lo que no nos dijeron era en qué consistía el espectáculo de los demonios, y llegados a este punto tengo que decir que albergo fundadas sospechas como para afirmar sin rubor que nadie de los que debería saberlo lo ha sabido nunca, que la F1 navega sin piloto ni capitán, por propia inercia, al albur de las corrientes y los vientos, en manos de El hombre que inventó la Fórmula 1, el mismo individuo venerable que pidió a Pirelli «que ningún compuesto durara más del 50% de la carrera» y que ahora defiende a la italiana ante el Mercedesgate porque intuyo, sabe perfectamente que sin la de Hembery y su capacidad incuestionable para interferir en la competición, el negocio no sería el mismo.

1 comentario:

GRING dijo...

Esta ventanuca es de lo poquísimo que me sigue atando a la F1 como afición antaño de cabecera.Igual que no soporto los agónicos finales de los partidos de baloncesto europeo (falta personal,tiros libres, falta personal, tiros libres...hasta el pitido final) la interferencia sobre el desarrollo de la competición actualmente, además de disgustarme profundamente (sólo cuando hablo de F1, ¡eh!), me tiene agotado mentalmente y me aburre hasta la extenuación. El hombre que "inventó" esta F1 y que tan feliz posa para la foto con su dominador actual, bien podría dejar de meternos ese dedo por el culo a quienes sólo buscamos en ella una dosis de entretenimiento lo más limpio y justo posible.Saludos