martes, 8 de enero de 2013

El sexo de los ángeles


Hubo un tiempo no demasiado lejano, en el que quitabas las pegatinas a un coche y tenías una obra de arte para enmarcar. Hoy no pasa, ni de coña. Desvistes de publicidad un monoplaza de los actuales y tienes una cosa en pelota picada que se parece a la del al lado con pasmosa similitud.

Tal vez por esas servidumbres de la prisa con la que devoramos el día a día, ni nos damos cuenta de lo que hemos dejado en el camino, pero creedme o echad un vistazo a Internet si tenéis tiempo, porque os juro por mi colección de cochecitos escala 1/43, que en un pasado imperfecto que ya hemos olvidado, en F1 se competía incluso en belleza.

Tal era el mimo con el que se hacían las cosas para sonrojar al oponente, que uno no sabe si Juan Manuel Fangio, el chueco de Balcarce, ha sido y seguirá siendo uno de los más grandes por haber conseguido sus cinco títulos mundiales con cinco coches diferentes, o por haberlos logrado sobre cinco Leonardos Da Vinci.

El Alfetta 159 era una potxolada innegable. Los Mercedes W196 y W196s streamliner suponían el summum del oficio de dibujar líeas rectas y curvas para definir un pura sangre. El Ferrari D50 (by Lancia), era la releche de hermosura. Y qué decir del Maserati 250f, cuya belleza he pillado por ahí, congelada, para decorar esta entrada…

Antes, mucho antes de anteayer, incluso en la época en la que Colin vistió su Lotus 49 de cajetilla de tabaco, en todo caso antes de que Bernie tomara los mandos de la cosa, los mundiales se ganaban con coches rápidos y a la vez preciosos, o no pasabas a la posteridad, porque era tal el afán de los diseñadores por labrar identidades sobre cuatro ruedas, que un vehículo, si era feo, no te daba derecho a ganar un campeonato por muy bueno que fueras como piloto o muy grande fuera la máquina.

No sé, sería cuestión de verlo cuando tenga algo de tiempo, pero sospecho que de mitad de los noventa del siglo pasado para acá hemos declinado seguir buscando la belleza, de manera que ante tal cesión, los siete campeonatos de Michael Schumacher parecen el mismo pero logrado sobre un mismo coche con diferentes colores. Los dos de Fernando, otro tanto pero con vitola azul. Kimi, más de lo mismo, tanto que habría dado lo mismo que el suyo, el de 2007, hubiese supuesto el octavo del Kaiser logrado con el F2003 dedicado a Gianni Agnelli. Lewis, así, habría ganado el de 2008 con el MP4/13 que condujo Mika; y Jenson, el pobre, se habría tenido que conformar con un coche en blanco, soso de narices, estéticamente hablando. De 2010 para estos tiempos en los que cabe cualquier cosa que lleve un logotipo encima, ya sabemos de sobra que nos ha tocado en suerte disfrutar del azul de las latas de una bebida de las llamadas energéticas —¿se puede caer más bajo?—.

Hemos perdido mucho, tanto que como decía al comienzo, hemos cambiado belleza por eficiencia a sorbos pequeños y contenidos, sin darnos cuenta, tal vez, de que la eficiencia es una y trina, y siguie siendo dogma de fe aunque no haya Dios que la entienda, pero no tiene por qué estar reñida con la limpieza de líneas, con la nobleza de formas, y con todo lo que cabe bajo el paraguas de la estética bien entendida.

Los monoplazas actuales no son feos, tampoco es eso, pero tanto favorecer el rendimiento con los pocos márgenes que deja la FIA, hemos perdido en el camino uno de los emblemas de todo esto: hacer de una partícula el todo, del contenido el continente, de lo bello el exponente, y de la identidad indiscutible, el recuerdo que quedará grabado en nuestra mente por los siglos de los siglos, sin que nos veamos obligados a señalar a una aseguradora o a un banco para recordar a nuestros ídolos deportivos como si debatiéramos sobre el sexo de los ángeles.

5 comentarios:

GRING dijo...

De la vieja guardia me gustan casi todos, pero el ejemplo que pones es de una belleza arrebatadora.Guardo una muy buen recuerdo del McLaren MP4-22 de 2007, espectacular en las distancias cortas, y en mi opinión, el F1 más bonito de los últimos 25 años. Me ha encantado esta entrada. Saludos.

Anónimo dijo...

Hola a todos,

Pues siento discrepar contigo GRING, pero yo me abduje en esta religión, aunque llevaba un par de años leyendo sobre F1, con el Brabham BT52 de Piquet, incluido su n° 5 (no hace falta que diga que era el de Meteoro ¿verdad?) que ya en el 83 parecía un Tomcat con esos radiadores en flecha y esa decoración azul y blanca. ¡Madre mía que bonito! ... pero seguro que estoy de acuerdo con el ramillete que aquí vayamos sacando.

Un saludo a Jose (genio) y a todos,

ABB

GRING dijo...

ABB: En este asunto de gustos estéticos cada uno tenemos una opinión única y subjetivamente todas válidas. El BT52 tiene ya 30 años (fíjate que yo me iba sólo hasta 25 años atrás) . El BT46 es el más bonito de los Brabham para mi gusto.
Un saludo!!

Anónimo dijo...

GRING: Ya sabía yo que no me íba a costar aceptar otras propuestas. También tengo al "turbinilla" entre mi colección de 1:43. Chulo sí, muy chulo. Un saludo. ABB

J-CAR dijo...

Hablando de reliquias, tan bellas como la Victoria de Samotracia, hace meses en Diariomotor apareció este artículo:
http://www.diariomotor.com/2008/06/02/joyas-abandonadas-el-autodromo-terramar-de-sitges/
Red Bull me ha ganado con esto:
http://www.diariomotor.com/2012/05/11/red-bull-resucita-el-autodromo-de-terramar-en-sitges-con-carlos-sainz-y-miguel-molina-a-bordo-de-un-audi-r8-lms/
XDDD
Ya te digo, como encontrarse la Victoria de Samotracia enterrada en el huerto de tu casa.
¡Saludos al anfitrión y a los invitados!