viernes, 22 de abril de 2011

1954-55, Juan Manuel Fangio


Los dos títulos mundiales consecutivos que conseguiría Fangio tras la etapa dominada por Ascari (1952 y 1953), suponen un periodo concreto y preciso que merece ser destacado por sus peculiaridades en la historia del piloto argentino.

El cambio de normativa implantado en 1952, que abría la categoría reina a los monoplazas de F2, y el abandono de Alfa Romeo, sitúan a Fangio momentáneamente sin coche cuando se dispone a defender la corona conseguida en 1951, lo que origina que el Chueco aceptara la oferta de BRM para integrarse en sus filas. La historia resultó breve. Después de sendos abandonos en las dos primeras intervenciones debido a la poca fiabilidad de los vehículos británicos, Juan Manuel se dispone a correr en el G.P. de Italia a bordo de un Maserati A6GCM de 2 litros, con tan mala fortuna que la carrera se celebra un día después del Tourist Trophy (Irlanda del Norte), prueba en la que también participa.

El avión que le lleva a Italia hace escala en París, pero ante las inclemencias meteorológicas, no continúa viaje. Fangio no se lo piensa dos veces y se embarca en una carrera contra el cronómetro por carretera. Llega a Monza, pero exhausto, y ante sus visibles ojeras y lamentable aspecto, el propio Alberto Ascari le pedirá que tenga cuidado.

El reglamento establecía realizar un mínimo de 5 vueltas antes de tomar la salida, y el argentino, mermado en sus fuerzas y con un vehículo totalmente nuevo entre las manos, se aboca a sufrir el accidente más grave de su vida deportiva. Ocurre al embocar Lesmo que el auto derrapa y se vuelve inconducible. Fangio es recogido en estado inconsciente tras haber levantado el vuelo para aterrizar entre los árboles. Estará 42 días convaleciente, escayolado desde el tronco hasta el cuello.

El 1953, la ampliación por un año más de la normativa vigente impide que haya vehículos capaces de hacer sombra al Ferrari 500 F2 que conduce Ascari, da lugar a que el Chueco pruebe fortuna con diferentes monoplazas, demostrando su extraordinaria clase disputando el título hasta casi el final, lo que le permite alzarse con su segundo subcampeonato en F1, mientras alterna la máxima competición con sus adoradas pruebas de sport.

Al año siguiente, 1954, Juan Manuel Fangio se dispone a reconquistar la corona que le había sido arrebatada por Alberto Ascari.

El reglamento técnico se modifica de nuevo y las grandes marcas vuelven al ruedo. El as argentino firma por Mercedes pero los coches plateados no estarán listos hasta iniciada la temporada. No importa, Fangio decide iniciar la sesión con Maserati y triunfa en el G.P. de Argentina y también en el de Bélgica. En el de Francia, la carrera siguiente, estrena el flamante W196s carenado, compartiendo escudería con Kling, y vuelve a ganar encabezando el doblete de la alemana.

Aparte de lo que supone ganar en la primera intervención con su nueva escudería, Fangio también sabe marcar las distancias con sus rivales gestionando sus éxitos fuera del asfalto, y será precisamente en el circuito de Reims (G.P. de Francia) donde demostrará su enorme talla como ser humano al repartir entre sus mecánicos el premio metálico que corresponde a Mercedes y que ésta donaba por contrato a los pilotos.

Vuelve a ganar en Alemania, esta vez con el alma en un puño pues Onofre Marimón, alumno predilecto del argentino, había perdido la vida durante los entrenamientos. Prácticamente se hace con el campeonato en el G.P. de Suiza, a falta de dos pruebas para que termine la temporada. En Italia sufre una aparatosa salida de pista en La Parabólica, pero milagrosamente remonta, alzándose con la victoria y el título. En España queda tercero, detrás de Hawthorn y Musso.

Ya ha igualado a Ascari, pero el Chueco quiere más. 1955 se inicia en Argentina, carrera que gana Fangio sobre el W196 sin carenado con que disputará toda la sesión menos el G.P. de Italia, y a pesar de terminar con los pies literalmente abrasados por el calor. En Mónaco su Mercedes rompe la transmisión, pero se resarce en Bélgica.

Entre estas dos pruebas se disputa Le Mans, donde Juan Manuel salva la vida gracias a que Pierre Levegh, quien morirá junto a unos 86 espectadores en el más brutal accidente que ha sufrido la prueba de resistencia fancesa, le hace señal con la mano para que escape del choque que él mismo no pudo evitar.

Fangio vuelve a lograr la victoria en Holanda, queda segundo en Gran Bretaña y triunfa de nuevo en Monza con el W196s, logrando su tercer título mundial justo cuando Mercedes anuncia su retirada de la competición. El de Balcarce tiene 44 años de edad y ya ha entrado en la leyenda del automovilismo.

2 comentarios:

manuel dijo...

Pero todavía quedaría el Gran Premio de Alemania de 1957, su carrera más épica. Pero bueno, eso es para el siguiente post.

Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] dijo...

Buenos días.

Manuel ;) Sí, queda la epopeya de Nürburgring 1957, a ver si esta tarde la desgrano ;)

Un abrazote

Jose